Feliz Navidad!!!
Lo sé, hoy es 26 y Navidad fue ayer, pero... ¿Qué esperabais? ¿Que estando con toda mi familia me pusiese a escribir una entrada en el ordenador? No, no y no. Ser semidiós tiene sus ventajas y, por muy extraño que parezca, no poder tener móvil es una de ellas. Es decir, imagínate estar en una reunión familiar (con TODA la familia) y cada uno con su teléfono móvil... Sería muy triste, ¿no?
Pero bueno, no he venido aquí para ponerme en plan padre que da la charla a sus hijos.
Ayer celebramos la Navidad por la mañana en el Campamento Mestizo, donde se las habían apañado para que:
1) El pino de Thalia se llenase de bolas de cristales de colores, velas, hadas de cristal y hasta un Santa Claus en la copa que cantaba villancicos.
2) La cabaña de Apolo se pusiese alrededor del pino de Thalia y cantase villancicos durante la mañana entera.
3) Los pegasos se disfrazasen de renos (con cuernos falsos y narices rojas)
4) Los hijos de Hermes repartiesen felicitaciones navideñas a todos los semidioses.
5) El Sr. D se disfrazase de Papá Noel (creo que eso fue lo más extraño que pasó)
6) Elisa, la hija de Quíone, decorase todo el campamento con estatuas de hielo con formas de reno, abetos, duendes, regalos, muérdapo, etc.
A la hora de comer, tras despedirnos de todos, Thalia (que había venido), Annabeth, Nico, Helena, Rachel, Tyson, Frank, Hazel, Leo, Calipso, Jason, Piper, Reyna y Ella la harpía nos fuimos por Nueva York a comer a un Hard Rock Café (no sé cómo, pero nos aceptaron los dracmas). Allí revivimos todas nuestras aventuras, que no son pocas.
Hablamos delp rescate del rayo, de cuando fuimos a salvar a Grover de Polifemo, del año en que las cazadoras de Artemisa nos ayudaron a salvar Annabeth, cuando entramos en el laberinto, y la batalla final de Cronos.
También recordamos el viaje hacia Europa por el Mare Nostrum, las columnas de Hércules, las visitas de los dioses, Quíone, Baco, los titanes, el Argo II, Festo... En resumen, recordamos todo lo bueno que nos había pasado. Alguna que otra acabó con los ojos humedecidos, pero fue una gran comida.
Después Annabeth, yo y Helena nos dirigimos al piso de mi madre y Paul. Helena y yo nos hemos hecho bastante amigos, y además mi madre quería conocerla. Por no decir que Annabeth ya es parte de la familia. Al llegar, mi madre nos dio dos besos a todos y yo di un abrazo a Paul. Después me dirigí al centro del salón, donde la pequeña Laura caminaba agarrada a la mesa baja de cristal. Al verme sonrió y se dirigió hacia mi con pasitos temblorosos, hasta que la abracé.
-Pecy- dijo ella, aggarándome con su rechoncha mano la oreja.
-¿Qué tal, Laura?- dije a la vez que ella me plantaba un beso en el moflete.
Helena estaba hablando con mi madre, y Annabeth comentaba con Paul algo sobre la arquitectura.
Finalmente nos sentamos todos a cenar, hablando y riendo. Helena parecía sentirse muy cómoda con nosotros, y me alegró.No sé toda su historia, sobre lo que pasó, pero conozco lo suficiente, y le debió de resultar muy difícil perder a su madre. Al acabar de cenar, después de recoger la mesa, mi madre nos llevó al salón y nos fue pasando a cada uno un regalo. Como sabía que Helena iba a venir había uno también para ella. El último regalo era para Paul, y él también le dio uno a mi madre.
-¡Muchísimas gracias, Sally!- exclamó Annabeth, sujetando el colgante plateado con una lechuza en el centro,
-Espero que a tu madre le guste- sonrió mi madre guiñándole el ojo.
A mi me tocó una sudadera azul, a Helena una bufanda roja y verde y a Laura una mantita con dibujos del mar.
Por último, Paul abrió un paquete que contenía una camisa y una corbata y mi madre encontró en el suyo unos pendientes dorados. Al final acabamos todos llenos de turrones y contentos, hablando sin parar. Helena sujetaba a Laura y miraba a mi madre con una admiración increíble. pero lo mejor fue cuando alguien picó a la puerta. Mi madre fue a abrir, y volvió con un hombre que yo conocía bastante bien. Al verle, Helena se levantó de un salto y corrió a abrazarle.
-¡Papá!
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