Soy Helena, la hija de Neptuno.
Supongo que he de escribir en este espacio, verdad? Creo que si, la verdad es que no tocaba un ordenador desde... Desde nada! Fin.
Me han pedido que os cuente como llegué al campamento (no voy a hablar sobre el incidente de Lupa) y eso haré. Supongo que debería decir que vi el túnel, todos los semidioses romanos se sienten atraídos hacia él en algún momento, pero me pareció una madriguera de... Argh! Ratas. Brrrr! Así que me negué a entrar por ahí. Claramente! ¿Quien en su sano juicio se metería por un sitio que pudiese estar infestado de ratas?
No nos despistemos.
La cuestión es que seguí por la montaña, (pensé que el túnel acabaría en algún sitio) y crucé el pequeño Tíber poco antes de que (ahora lo sé) se adentrase en el campamento. Entonces fue cuando pasó la primera cosa rara desde.... Desde siempre! No me mojé, lo que me dejó muy sorprendida. Entonces, estando así, pensé que vi una cola de rata. Y me tropecé. Ya, aquí es cuando Percy y Nico intentan no reírse, pero ellos no tienen ni idea. Y con mi tropiezo atravesé los arbustos y llegé al campamento Júpiter. El valle era precioso y podría haberme quedado durmiendo allí perfectamente, pero no pude, ya que había un chico y una chica apuntándome con unas espadas. Levanté las manos como en las películas.
- ¡Eh! No voy a haceros daño. -Después de eso no pude controlar bien mi lengua. Afortunadamente para mi, sólo lo dije y no tuve que pasar a la acción. Hazel es increíble con la espada y Nico... Buff, no hay por donde empezar.- A menos de que me lo hagáis primero...
Cuando vi que los chicos no reaccionaban decidí probar suerte.
- ¿Es esto el campamento de Júpiter?
Ambos se miraron extrañados y asintieron. Al verlo una sonrisa apareció en mi cara.
- ¡Bien! Si no llega a serlo... Digamos que casi llevo dos semanas enteras andando y me hubiese enfadado mucho.
- Disculpa pero: ¿Quien eres y que demonios haces aquí?
El chico, es decir Nico, pareció enfadarse conmigo y ponerse borde sin motivo. Le ignore.
-¿Yo? ¿No me he presentado?- Yo pensaba que me había presentado,el sueño estaba afectando mucho.- Me llamo Helena Jonhson, soy Semidiosa.
La chica de los ojos dorados sonrió.
-Encantada, soy Hazel Levesque hija de Plutón y centurión de la Quinta Cohorte.
Lo de la quinta Cohorte me sonaba a Chino.
- Nico di Angelo, hijo de Hades.
- ¿Puedo hacer dos preguntas?
- ¿Eso era una de las dos?
El chico parecía haber nacido para ser borde conmigo, aunque ahora se que es así con todo el mundo.
- No, pero lo tomare como un si. ¿Hay algún lugar donde pueda dormir? Me muero de sueño...
- Claro, ahora iremos al campamento y puedes dormir con mi Cohorte hasta que seas asignada a alguna.
- Genial, ¿Cómo es que vuestros ríos no mojan? Antes he cruzado uno y no me he mojado...
Aquella duda llevaba un rato atormentándome la mente. Sin embargo tenía la sensación de que la respuesta estaba relacionada de alguna forma con el amable señor que se había presentado como mi padre y que me había sacado de... No. Nada. Fin. Para mi sorpresa ambos se miraron extrañados y algo sorprendidos. Me di cuenta de que Nico me observaba por el rabillo del ojo. Entonces, sin motivo alguno, hubo un brillo verdoso encima mío y Nico palideció (aunque ahora que lo miro con perspectiva de que eso es prácticamente imposible, así que debió ser cosa de la luz verdosa) y me miro fijamente antes de murmurar algo y hablar.
- Salve, Helena Johnson, hija de Neptuno.
Tras eso empecé a hacer preguntas. No puedo decirlas con precisión, llevaba diez horas sin dormir, pero se que gracias a ella Hazel y Nico me dieron una pincelada sobre la organización, la historia, las costumbres, los dioses, y las normas de los dos campamentos. Lo que si que recuerdo a la perfección es Hazel conduciendo me a un lugar oscuro, con una cama... Y me dormí.
Por lo que se me intentaron despertar después de que llevase cinco horas durmiendo. No funcionó. A partir de entonces pasaron varias personas a despertarme. Hazel, que lo vio todo, me ha contado lo que hizo cada uno. Primero ella me echó un cubo de agua encima, sólo consiguió mojar las sábanas. Después vino Frank, su novio, se convirtió en oso y me rugió, no me moví. Entonces llamo a Nico, me miro y dijo:
- ¿He de tocarla?
Nico es un rayo de sol. Hazel le dejó irse. Entonces llamó a Reyna, me sigue sorprendiendo que después de verme dormir me permitiese entrar en la legión, saltó en la cama. No pare de moverme hasta que le pegué una patada y se bajó. Entonces se rindieron. Y me dejaron dormir cinco horas más. Cuando pasaron las cinco horas Hazel vino y murmuró algo. ¿Adivináis que pasó? Me desperté.
A partir de ahí me vestí, comí y me duché. Entonces salimos a fuera, donde la cohorte estaba en formación, y Reyna me preguntó si tenía cartas de presentación. Iba a decir que no cuando una cortina de vapor apareció delante mío. En la cortina abría un muchacho de unos 17 años. Tenía el pelo negro y los ojos verdes como yo. Se presentó como Percy Jackson, mi hermano griego, (a pesar de que todos excepto yo parecían saber quien era) y me recomendó para la Legión.
Además dijo dos cosas:
A) Que pedía de forma especial que se me admitiese en la Quinta Cohorte
B) Que llegaría al campamento al día siguiente, no se cómo ya que se tarda tres días en ir de Nueva York a San Francisco en tren, para entrenarme.
Después de que aprobasen sus peticiones (Le preguntaron a Hazel si le importaba acogerme en su cohorte y ella contestó que ya tenía pensado hacerlo) me mandaron a la armería a buscar algún arma.
Después de eso, me dieron un par de camisetas y tejanos y me asignaron a ayudar en las cocinas.
Como no se cocinar (¡ni siquiera pelar patatas!) me dieron una escoba y me ordenaron que barriese algo y eso hice. Mientras barría vi como Nico llegaba y se sentaba mientras comía algún tipo de fruta. Le saludé con una inclinación de cabeza y continúe barriendo. Entonces debajo de unos dignes aparecieron dos ojillos brillantes. Me quede paralizada durante lo que parecieron unos instantes eternos. Entonces grité. Chillé lo primero que se me pasó por la cabeza (Que, afortunadamente no fue bacon.) sino que el nombre de la última persona que había visto.
Resumiendo: Grité "Nico" como una fan en un concierto gritaría el nombre de un cantante. Y para mi gran fortuna Nico acudió. Me vio a mi, chillando como una niña y vio lo que me tenía paralizada. Según él, era una rata. Al ver que nada de lo que me decía lograba calmarme decidió matarla. Creo que para él debió ser tal el alivio de que hubiese parado de gritar que mató a todas las ratas de la cocina. En cuanto la última rata cayó muerta yo corrí a abrazar a Nico y agradecérselo.
Cuando paré de abrazarle me dijo, sin emoción alguna, que "No me tomase tantas confianzas o al final también yo acabaría siendo una rata". Y me puse a llorar. Porque él... No tiene ni idea. No apareció una diosa en su puerta y lo reclamo para una estúpida profecía de los siete, ¿Verdad? Su madre no interpuso su vida porque consideró que la profecía esa sería muy peligrosa, ¡¿Verdad?!¡ Su madre no acabo convertida en rata y su casa derrumbada! ¡No fue rescatado por un señor de ojos verdes y aroma a mar que afirmo ser su padre! Tampoco fue llevado a una manada de lobos, ¿no? Y tampoco, cuando consideró aquella manada su familia, tuvo que irse porque había mojado a un lobo, CON PODERES QUE NO CONOCÍA, ¿A QUE NO? ¡Pues él, ya que no ha vivido lo mismo que yo, se puede meter su humor asqueroso por donde le quepa!
Mi reacción ante su cara de imbécil fue echarme a llorar y soltarle una serie de palabrotas que me han censurado. Después de eso, mi siguiente recuerdo era estar envuelta, llorando, en un chorro de agua caliente que me envolvía.
Ya, un par de días tranquilos, no?
Se despide una Helena Johnson con ganas de matar al próximo que le ponga una rata a modo de broma.
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