¿En serio?
La verdad es que no me esperaba que mi desaparición causase tanta preocupación.
Preferiría no hacerlo, pero Jason me ha insistido en que os cuento dónde he estado, y le debo un favor (una cosa de nada relacionada con el puñetero cetro de Diocleciano), así que allá voy...
Era de noche, las doce y media más o menos, y yo estaba intentando ir a la cabaña de Artemisa sigilosamente para que no me pillasen las arpías. Necesitaba encontrar un arco que estuviese, más o menos, en buen estado, y los de la armería no me servían. Iba a cogerles uno de esos arcos plateados para regalárselo a Will al día siguiente, pues era su cumpleaños.
Al ser hijo de las sombras, no me costó acercarme sigilosamente a la cabaña 8, de color plata y con unos cuervos plateados en el tejado.. Los problemas comenzaron cuando entré.
En fin, ¿Quién iba a decir que hubiese un detector de chicos en esa maldita cabaña? Yo no lo escuché, por supuesto, pero cuando entré y cogí uno de los arcos que había repartidos por el suelo de número 9 (el tipo de arco que Will usaba), una red trenzada de plata cayó del techo y me aprisionó en el suelo, y un dardo (al parecer, con somnífero) se me clavó limpiamente en el cuello.
Desperté en la entrada del Campamento, cubierto de moratones y con un nota al lado de mi cara, que estaba en el suelo.
"La próxima vez te lo pensarás mejor antes de irrumpir en territorio sagrado, chico. P.D: quédate con el arco.
Atentamente, T.G lugarteniente de Artemisa"
Aparentemente, he estado desaparecido una semana mas o menos, aunque me han parecido segundos.
El hijo de Hades se despide.
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