Cuando Rachel me propuso ir a esquiar, con ella y Annabeth, me negué. Me preguntaréis ¿Por qué no querías ir a esquiar Piper? La respuesta es muy simple: Quione. Esa diosecilla del tres al cuarto me la tiene jurada desde que la gané el verano pasado, cuando reanimé a Festus. Cada vez que me acerco a la nieve, de la cual es la diosa, lo paso muy mal. Al final acepte; porque al decir que no, Annabeth me aprisionó contra la pared, me colocó a su daga en el cuello y se negó a sacármela hasta que acepte. Por eso al día siguiente de acabar los exámenes estábamos Annabeth, Rachel y yo, en un telesilla, rumbo a la estación de esquí.
La estación de esquí era magnífica y estaba, por ser entre semana, vacía. Nos dirigimos en primer lugar a una pista verde, Annabeth no había esquiado nunca, y al cabo de un par de bajadas nos superaba limpiamente a Rachel y a mí. Después de unas cuantas horas muy tranquilas, en las cuales aumentamos visiblemente nuestro dominio sobre los esquís, Rachel propuso esquiar por el borde de la pista en la nieve virgen. Tanto Annabeth como Rachel pasaron por delante mío y en cuanto mis esquís tocaron la nieve virgen perdí el control sobre ellos. No recuerdo nada. Annabeth supone que el miedo lo borro todo de mi mente. Por lo que se dos horas más tarde desperté sin saber como había llegado hasta allí. Me encontré en la enfermería del campamento Mestizo con el brazo roto.
Ahora entenderéis a qué se refiere Annabeth diciendo que yo no lo pasé tan bien.
Se despide, con un brazo escayolado.
Piper McLean
hija de Afrodita