8 nov 2015

46. Hazel

Hola, soy Hazel. 
Yo creo que no debería escribir aquí, ya sabéis que yo soy del campamento de Júpiter; pero Annabeth me ha dicho que como lo que ha pasado esta relacionado con Nico y Percy, que lo escriba. Por eso estoy escribiendo. De todos modos, me estoy desviando del tema original... 

Estaba sentada con Nico, en el tejado de la cabina de Plutón (O Hades para los griegos) mirando hacia las colinas Bercleys, cuando noté un pequeño movimiento en las colinas. En ese momento, no le di importancia. Los minutos fueron pasando y yo y Nico no parábamos de hablar. Charlábamos sobre lo que ocurría en nuestros campamentos, sobre el pequeño bebe del Entrenador, sobre la próxima quedada entre los campamentos, sobre una nueva iniciativa InterCampamentos que tenían Annabeth y Reyna... ¿Se entiende, no? Hablábamos sobre lo que pasaba. En ese momento oímos un ruido en las colinas. La fuente del ruido estaba a unos veinte metros de donde estábamos y tanto Nico como yo, sacamos nuestras espadas. Tras unos instantes esperando, una mata de pelo del color de los bordes de una llama, de fuego, apareció en nuestro campo de vision. La mata de pelo liso, era parte de una chica que llevaba pantalones tejanos, jersey azul, y mochila marrón. Ambos la apuntamos con la espada.
- ¡Eh! ¡Calmaos, no voy a haceros daño! A menos de que me lo hagáis primero -La última frase no fue más que un murmullo. La chica tenía los brazos levantados, en un intento de demostrar que no llevaba armas.- ¿Es esto el campamento de Júpiter?
Al oír eso Nico y yo nos miramos extrañados y asentimos.
- ¡Bien! Si no llega a serlo... Digamos que casi llevo dos semanas enteras andando y me hubiese enfadado mucho.
- Disculpa pero: ¿Quien eres y que demonios haces aquí?
Después de haber oído lo que había dicho la chica, Nico parecía querer averiguar si era una semidiosa o una mortal que, por algún motivo debía ir al campamento.
-¿Yo? ¿No me he presentado?-Sonrió como intentando disculparse- Me llamo Helena Jonhson, soy Semidiosa. 
-Encantada, soy Hazel Levesque hija de Plutón y centurión de la Quinta Cohorte. 
- Nico di Angelo, hijo de Hades.
- ¿Puedo hacer dos preguntas?
- ¿Eso era una de las dos?
Curiosamente Nico parecía estar enfadado con la chica sin ningún motivo.
- No, pero lo tomare como un si. ¿Hay algún lugar donde pueda dormir? Me muero de sueño...
- Claro, ahora iremos al campamento y puedes dormir con mi Cohorte hasta que seas asignada a alguna.
- Genial, ¿Cómo es que vuestros ríos no mojan? Antes he cruzado uno y no me he mojado...
Al oír eso Nico y yo nos quedamos helados y estoy casi convencida de que Nico palideció (Si es que puede palidecer más). Nuestras sospechas se vieron confirmadas cuando un tridente verde luminoso apareció en la cabeza de Helena.
- Quien lo diría... -Nico lo murmuro por lo bajó pero yo le oí- Salve, Helena Johnson, hija de Neptuno.

Tras eso nos hemos ido, con una Helena sobrexcitada que no paraba de preguntarnos cosas, hasta que la he dejado durmiendo. Una vez estaba dormida Nico ha desaparecido y yo he llamado a Percy para preguntarle que debía hacer. Me ha pedido que la admita en mi cohorte y me ha prometido que le escribirá alguna carta de presentación. Además me ha dicho que se pasará para ayudarla a controlar sus poderes. La verdad es que todos nos hemos sorprendido con su llegada. Ahora acabare de escribir esto y iré a despertarla (Lleva 5 horas dormida). No se sí volveré a escribir, pero por sí lo hago, hasta la próxima!

Hazel Levesque, Hija de Plutón 
Centurión de la quinta cohorte.

45. PERCY

Al fin he vuelto de mi... Viaje.
Todo está bajo control. Aunque Laura ha muerto.
...
¡Es broma! Es broma, tranquilos. Laura está en perfecto estado, viva y llorona como siempre. Pero creedme si digo que a poco estuvo de morir a manos de esa mujer... 
Mejor os lo explico.
Estaba en el Campamento Mestizo pensando cómo encontrar a la mujer vestida de blanco cuando de repente se apareció una diosa que conocía muy bien. Su vestido azulado-verdoso se movía como la marea en tormenta, y miraba con severidad a su alrededor.
- Percy Jackson. - la voz de Kymopoleia rasgó el silencio como un cuchillo. Todos los campistas me abrieron paso.
- He de hablar contigo, Perseus - dijo la diosa.
Antes de que me pudiese resistir la diosa me cogió del hombro con fuerza, y sentí como nadase a contracorriente en un río con muchísima fuerza. Un segundo después nos encontrábamos en la sala del trono, en el Olimpo. Allí, en medio de los doce Olímpicos, estaba la mujer que se había llevado a mi hermana, que se encontraba dormida flotando a dos metros del suelo. Su cabello moreno flotaba, ocultándole el rostro. Todos los dioses centraron su mirada en mí, incluida la mujer de blanco, quien compuso una sonrisa malvada.
- Bienvenido... Semidios.
Zeus se levantó del trono.
- Percy, has dado más problemas que los que has resuelto. ¿Puedes decirme qué está pasando aquí?
La mujer de blanco se me adelantó.
- Esta niña ha recibido un Don Ancestral, mi señor. Las normas antiguas dictan claramente que estas criaturas deben ser criadas por sus progenitores divinos, y no los mortales.
Kymopoleia caminó al centro de la sala. Con cada paso que daba crecía en altura, y al llegar al centro de la sala tenía el tamaño del resto de los dioses.
- Protesto. Hilaca, hija mía, estás equivocada. Este no es un Don Ancestral. En las normas antiguas se dicta que si el hijo entre una divinidad y un mortal no tiene sangre divina se podría otorgar un Don Ancestral, con el que tendría las mismas aptitudes que si hubiese sido una criatura efectiva. Pero no es el caso. Esta criatura no es hija mía, ni lo será nunca. Esta niña es simplemente una protectora mía, una de mis... sacerdotisas. Son como las cazadoras de Artemisa, pero sin voto de alejamiento del amor ni la inmortalidad. ¿Qué tiene de malo eso?
Pues así quedó la cosa. Eso si, si me vuelvo a encontrar a la Hílaca esa... Que se prepare.
Se despide un hijo de Poseidón cabreado,
Percy Jackson