16 feb 2016

54. Helena

13 de Febrero de 2016
Hoy ha comenzado la "preparación" para la misión. Teníamos derecho a escoger a un acomoañante, y entre Elisa y yo escogimos a Nico di Angelo, porque se pasa todo el día en el inframundo y pensamos que no le iría mal tomar un poco de aire.
Entonces nos hemos dado cuenta de que ni Elisa ni yo, al ser bastante nuevas y no haber ido nunca de misión, no teníamos arma.
Nos dirigimos al cobertizo donde están almacenadas muchísimas armas, y estuvimos buscando durante mucho rato sin resultado, hasta que Elisa soltó una exclamación.
En su mano sostenía un cilindro metálico oxidado, con la letra omega grabada en un lateral. Cuando tocó la marca salió un rayo de luz blanca de la punta, y medio segundo después Elisa sujetaba en su mano derecha un látigo.
-¡Se ha desoxidado el mango! -dijo emocionada- Ahora se puede leer algo... "Rayo de Escarcha"
-Debe de ser nombre del arma -dije con admiración- ¡Pruébalo!
Elisa lo agitó hacia un grupo de espadas oxidadas, que cayeron al suelo estrepitosamente, cubiertas de una capa de hielo: era el arma perfecta para una hija de Quíone.
Algo me llamó la atención: las espadas, al caerse, habían revelado una caracola de color rosa anaranjado. La tomé entre mis manos y me la acerqué a la oreja: podía escuchar el mar, el murmullo de las olas, la voz de un chico pidiendo ayuda... ¿un chico pidiendo ayuda? Se lo conté a Elisa, pero cuando se puso la caracola no escuchó nada. Yo lo volví a intentar, pero tampoco escuché nada fuera de lo normal.
-Sin embargo, seguro que es un arma -dijo Elisa- todo lo que hay aquí son armas, simplemente has de buscar cómo convertirla en tal.
Cogí la caracola y palpé cada centímetro de la caracola sin resultado hasta que, creo que por inspiración de Neptuno, se me ocurrió intentar "desenroscarla", como si fuese el tapón de una botella.
Al instante salieron unas barras de oro del agujero de la caracola, y en nada sostenía entre mis manos un tridente perfectamente equilibrado.
En el mango, escrito en griego anriguo, estaba escrito el nombre: Espuma.
Estuvimos el resto de la tarde practicando con nuestras nuevas armas, pero aún falta práctica para irnos a la misión.
Mientras tanto, pienso descubrir quién era el chico que me ha hablado a través de Espuma.
Hasta pronto,
Helena

53. Elisa

11 de Febrero de 2016
Os he de contar algo flipante .Sé que hace mucho que nadie escribe, por culpa de un pequeño fallo... ( la próxima vez los de la cabaña de Hefesto tendrán más cuidado con sus "bombas inofensivas")
Bueno, esta historia tiene que ver con la hermana de Percy (Helena, no Laura) y Rachel.
Estábamos entrenando en el Campamento Mestizo (Helena había venido de visita). Yo le lanzaba rayos helados y ella se defendía con fuertes chorros de aguas turbias. En un momento dado vi acercarse a Rachel por lo lejos, y como me descuidé Helena me lanzó un géiser que me dejó tirada en el suelo. Iba a quejarme, pero Helena entonces ahogó un grito y se tapó la boca con la mano, apuntando a Rachel.
La oráculo se encontraba suspendida a un palmo del suelo y los cabellos le revoloteaban a su espalda. Sus ojos brillaban de un color esmeralda intenso, y cuando abrió la boca exhaló vapor verdoso.
La hija de la nieve
Y la hija del mar
Un camino hacia el norte
Deberán tomar
En busca del dueño
Del cuchillo de oro
Un hijo del sueño
No deberá ser otro
Las cadenas de hielo se resquebrejarán
Y la libertad llegará al eterno olvido
Aún estamos intentando descifrar el significado de la profecía, pero algo está claro: Helena y yo tenemos una misión.
Mañana os contamos,
Elisa, hija de Quíone

26 dic 2015

52. Percy

Feliz Navidad!!!

Lo sé, hoy es 26 y Navidad fue ayer, pero... ¿Qué esperabais? ¿Que estando con toda mi familia me pusiese a escribir una entrada en el ordenador? No, no y no. Ser semidiós tiene sus ventajas y, por muy extraño que parezca, no poder tener móvil es una de ellas. Es decir, imagínate estar en una reunión familiar (con TODA la familia) y cada uno con su teléfono móvil... Sería muy triste, ¿no?

Pero bueno, no he venido aquí para ponerme en plan padre que da la charla a sus hijos.

Ayer celebramos la Navidad por la mañana en el Campamento Mestizo, donde se las habían apañado para que:

1) El pino de Thalia se llenase de bolas de cristales de colores, velas, hadas de cristal y hasta un Santa Claus en la copa que cantaba villancicos.
2) La cabaña de Apolo se pusiese alrededor del pino de Thalia y cantase villancicos durante la mañana entera.
3) Los pegasos se disfrazasen de renos (con cuernos falsos y narices rojas)
4) Los hijos de Hermes repartiesen felicitaciones navideñas a todos los semidioses.
5) El Sr. D se disfrazase de Papá Noel (creo que eso fue lo más extraño que pasó)
6) Elisa, la hija de Quíone, decorase todo el campamento con estatuas de hielo con formas de reno, abetos, duendes, regalos, muérdapo, etc.

A la hora de comer, tras despedirnos de todos, Thalia (que había venido), Annabeth, Nico, Helena, Rachel, Tyson, Frank, Hazel, Leo, Calipso, Jason, Piper, Reyna y Ella la harpía nos fuimos por Nueva York a comer a un Hard Rock Café (no sé cómo, pero nos aceptaron los dracmas). Allí revivimos todas nuestras aventuras, que no son pocas.

Hablamos delp rescate del rayo, de cuando fuimos a salvar a Grover de Polifemo, del año en que las cazadoras de Artemisa nos ayudaron a salvar Annabeth, cuando entramos en el laberinto, y la batalla final de Cronos.

También recordamos el viaje hacia Europa por el Mare Nostrum, las columnas de Hércules, las visitas de los dioses, Quíone, Baco, los titanes, el Argo II, Festo... En resumen, recordamos todo lo bueno que nos había pasado. Alguna que otra acabó con los ojos humedecidos, pero fue una gran comida.

Después Annabeth, yo y Helena nos dirigimos al piso de mi madre y Paul. Helena y yo nos hemos hecho bastante amigos, y además mi madre quería conocerla. Por no decir que Annabeth ya es parte de la familia. Al llegar, mi madre nos dio dos besos a todos y yo di un abrazo a Paul. Después me dirigí al centro del salón, donde la pequeña Laura caminaba agarrada a la mesa baja de cristal. Al verme sonrió y se dirigió hacia mi con pasitos temblorosos, hasta que la abracé.

-Pecy- dijo ella, aggarándome con su rechoncha mano la oreja.

-¿Qué tal, Laura?- dije a la vez que ella me plantaba un beso en el moflete.

Helena estaba hablando con mi madre, y Annabeth comentaba con Paul algo sobre la arquitectura.
Finalmente nos sentamos todos a cenar, hablando y riendo. Helena parecía sentirse muy cómoda con nosotros, y me alegró.No sé toda su historia, sobre lo que pasó, pero conozco lo suficiente, y le debió de resultar muy difícil perder a su madre. Al acabar de cenar, después de recoger la mesa, mi madre nos llevó al salón y nos fue pasando a cada uno un regalo. Como sabía que Helena iba a venir había uno también para ella. El último regalo era para Paul, y él también le dio uno a mi madre.

-¡Muchísimas gracias, Sally!- exclamó Annabeth, sujetando el colgante plateado con una lechuza en el centro,

-Espero que a tu madre le guste- sonrió mi madre guiñándole el ojo.

A mi me tocó una sudadera azul, a Helena una bufanda roja y verde y a Laura una mantita con dibujos del mar.

Por último, Paul abrió un paquete que contenía una camisa y una corbata y mi madre encontró en el suyo unos pendientes dorados. Al final acabamos todos llenos de turrones y contentos, hablando sin parar. Helena sujetaba a Laura y miraba a mi madre con una admiración increíble. pero lo mejor fue cuando alguien picó a la puerta. Mi madre fue a abrir, y volvió con un hombre que yo conocía bastante bien. Al verle, Helena se levantó de un salto y corrió a abrazarle.

-¡Papá!